Fue una experiencia extraña, como todo en mí, pude ver las
escenas más importantes de mi vida, pude apreciarlas todas y recordar cada
detalle de cada momento, fue como una bendición a mi vida, o tal vez un castigo…
Tenía 5 años, a esa edad aun jugaba con mis peluches,
siempre fui un poco distinta, desde mis ojos de un color negro profundo, mi
cabezo azabache rizado y mi piel perlada, hasta mi clara preferencias hacia los
peluches, las demás niñas adoraban sus Barbies, pero yo no, yo solo quería
jugar con mi lindo Teddy, era mi mejor amigo. Recuerdo esa época como una de
las mejores de mi vida, era tan feliz…tan completa, tan dulce e inocente, era
perfecta y mis padres me adoraban, era la niña de sus ojos, la única hija y yo
siempre me sentía como su linda princesa, adoraba cuando me agarraban juntos y
me alzaban, me compraran helados y que jugábamos con el agua. Pude ver el día
en que las tontas niñas me hicieron llorar gritándome cosas como: ‘‘Lizzi,
porque siempre vas con ese sucio y feo peluche? Bótalo ya’’, no entiendo porque
eran así conmigo, supongo que a esa edad no tenían muchas otras cosas que hacer
además de molestar a una niña hasta el punto de hacerla llorar. Ese día mamá me encontró llorando hecha un novillo en un
rincón, como solía hacerlo
- ¿Lizzi, porque estas llorando aquí?
- ¿Mami, crees que Teddy es feo?
- Por supuesto que no, Teddy es lindo, es tu fiel compañero
y por eso es tan lindo, ellas no pueden comprenderlo
-Pero mama, siempre que me acerco a las demás, me gritan que
Teddy es feo y da miedo
-Princesa, que te parece si vamos por un helado mientras
subimos a esa montaña que tanto adoras? Olvida este tema, mi pequeña valiente
no debería estar llorando aquí solo por lo que dijeron unas niñas presumidas,
prométeme que no lo harás mas
-Gracias mami, te prometo que nunca más lo haré
-Esa es mi Lizzi, tan valiente como siempre
Esas palabras se quedaron en mi mente sonando una y otra
vez, aquella promesa que hice, aquella que no cumplí, una de tantas que quedaron
vacías, solo podía recordarlas mientras el remordimiento venia, junto con otra
escena de mi vida.
Tenía 8 años, recuerdo bien este día, era un 10 de noviembre
de 2008, fue el día en el que me diagnosticaron, aun no entendía muy bien lo
que me sucedía, estaba asustada y solo quería estar con mi mama, no quería
soltarla, estaba segura de que ella me protegería de todo lo que me pasara,
ella era mi heroína y hasta ahora siempre lo fue, tan fuerte, tan bella, tan
valiente y tan dulce conmigo…ella siempre estaba ahí para salvarme, cuando tenía
miedo siempre llegaba en el momento justo; luego de que me diagnosticaran, ella
siempre durmió conmigo y yo me sentía protegida de todo, era bueno saber que
ella siempre iba a estar para mí. Mama lloraba, siempre lo hacía en las noches
cuando tenía que ir a mi habitación, lo hacía siempre que me ‘enfermaba’ pero a
esa edad, no entendía bien que era esa enfermedad de la que hablaban, solo
sabía que cuando yo estaba aterraba ella también lo estaba y me sentía mal por
eso, sabía que ella lloraba por mí y yo no quería hacerla llorar, así que me
sentía aun peor. Cuando me enfermaba, mama solía abrazarme y repetirme muchas
veces la misma frase, ‘mami está aquí, Lizzi, no tienes que temer, pronto ya no
estarás enferma, ya verás’ pero siempre creí que lo decía más para ella que
para mí, aun así, oírla hablar me daba una sensación de alivio. Pronto eso
cambiaría.
Luego vi claro el día que más odio de mi vida, ese 8 de
enero de 2012 en el que perdí lo que más apreciaba, perdí el alivio de su voz,
perdí sus caricias, perdí su fuerza, la perdí a ella. Mama murió a causa de un
accidente, ese día todo se derrumbó para mí con tan solo 11 años de edad, me
sentía devastada, no pude dormir desde ese día en las noches, era horrible, se
había ido mi guardiana para siempre, cuando tanto la necesitaba, no podía hacer
más que llorar…Ni siquiera me dejaron ver cuando la enterraban, debido a lo
descontrolada que estaba ese día, papa decidió que me iba a quedar en casa
cuando la enterraran, la vida me la había quitado a ella y mi propio padre me
quito la oportunidad de verla una última vez. fue entonces cuando mi padre, siguiendo
la recomendación de Ana, decidió que lo mejor para mí era que nos mudáramos a otra
ciudad para que la pudiera dejar ir y que mi mente descansara un poco, yo no
quería irme, necesitaba estar cerca de mama o no podría soportarlo, pero papa pareció
no darle importancia a lo que decía su pequeña y destrozada niña de 11 años,
talvez hubiese podido superar la muerte de mama si el me ayudaba, pero ignoro
mi llanto y simplemente se mantenía en su trabajo o en su cuarto, rara vez lo
veía y casi nunca cruzábamos palabras, no me quedaba nadie.
La escena cambio a tres años después, las cosas en la
escuela a la que asistía no eran muy distintas a mi anterior vida social, todo
se resumía a tres simples palabras: ‘rara’ ‘estúpida’ y ‘bruja’, la última fue
la que más odie en un principio, me la pusieron cuando me vieron por primera
vez y se enteraron del día de mi nacimiento: un 31 de octubre, No las culpo del
todo, si vieran a una chica solitaria, amante del negro y con esa fecha de
nacimiento yo también pensaría lo mismo de ella, ¿Quién sabe? Tal vez esa sería
la razón de la desgracia que tenía, tal vez por parecer bruja me perseguían los
demonios, tal vez por ser yo era tan infeliz; En ese tiempo mi enfermedad se
calmó, o eso decía Ana, por lo que ya no la veía, fue en ese mismo tiempo donde
conocí a Alice, mi enemiga jurada; Alice era lo opuesto a mi físicamente,
podría decirse que era realmente linda, si se peinara, claro está, Parecía solo
hablar conmigo por un propósito: Hacerme daño, nunca le agrade ni ella a mí,
siempre me veía con una estúpida sonrisa maliciosa y me sacaba en cara el
pésimo día que estaba teniendo, pero ¿Cómo no lo iba a hacer? Si todo el mundo
se enteraba de los malos ratos de ‘la loca liza’.
A los pocos meses, exactamente el 27 de octubre del 2015,
faltando pocos días para mi cumpleaños número 15, conocí a Sebastián; Sebastián
era nuevo en la escuela y pareció ser el único lo suficientemente valiente y
apiadado como para hablarme, o tal vez solo estaba loco… nunca pude determinar
muy bien cuál de las dos era. Al principio me aleje de él, pero insistía en
acompañarme a todos lados y termine cediendo ante sus graciosos comentarios y
su sonrisa tan confiada, siempre sentí envidia de él y su seguridad porque
sabía que yo nunca podría ser como él, como un valiente caballero. Yo era más
como la bruja del reino. A los pocos días nos hicimos amigos, o al menos fue lo
más cercano que tenía a uno real, pero con el tiempo se acercaba mi cumpleaños
y para variar, comenzaban las burlas. Encontraba papeles en mi escritorio con
mensajes como: ‘Ya casi es tu día, pequeña bruja’ o ‘es una lástima que ya no
se hagan las quemas de brujas, porque se necesita una urgente, ¿no crees
Elizabeth?’. Yo ya estaba acostumbrada a este tipo de cosas, pero a Sebastián pareció
molestarle mucho y llevo las notas a rectoría, pero sabía que no iban a hacer
nada y que solo dirían cosas como ‘no podemos saber quién lo hizo’ y se
cerraría el tema, lose porque yo también lo había intentado.
Generalmente no iba al colegio el día de mi cumpleaños para
evitar burlas, pero con la presencia de Sebastián me llené de valor y asistí,
grave error. Cuando entré al salón habían pintado mi puesto completamente de
negro y habían dibujado una luna creciente en el, marcándome como bruja, no
contuve mis lágrimas y me fui a casa corriendo, al rato llego Sebastián a mi
casa un poco agitado y cansado.
-Porque estás aquí? Estas saltándote clases y encima pareces
asmático
-Vi lo que te hicieron los desgraciados, así que viene a verte,
necesitaba saber que estabas bien
-Pues lo estoy, gracias por venir, pero debes irte- Justo
cuando iba a cerrar la puerta, el me detuvo
- ¡Espera, aún tengo que darte algo!
Saco de su bolsillo y me dio una linda caja con un moño
atado, dentro había un hermoso collar de media luna con una nota: ‘¿Te cuento
un secreto? La luna creciente siempre fue mi favorita, con ella se renace,
muere una parte de un todo para crecer una aún mejor’ y luego añadió:
-Estaré esperándote, pero debes prometerme que no te iras
nunca.
Con lágrimas en los ojos, solo lo abrace y desde entonces
nos hicimos mejores amigos. Fue la última escena que vi antes de volver a mi
realidad, para bien o para mal.
Y aquí estoy, en el baño de mi casa sola, afrontando una de
mis crisis, las cuales aparecieron ya hace unos meses, pero nunca hable de
ellas, no quería que Sebastián se preocupara, solo estaba yo, mirándome al
espejo. Mi mente está hecha un lío, no puedo concentrarme en nada, solo doy
vueltas en la habitación mientras mi mente divaga, ‘no mereces vivir, solo eres una loca más y el mundo se debe liberar de
ti’, no supe de donde vino aquella voz. Siempre tuve una duda y ya la pude
resolver: Si dicen que ves tu vida antes de morir, ¿aplica cuando eres tú la
que se esta matando? Pues al parecer sí. La culpa me invadía, no pude mantener
las promesas que hice, sin embargo, un grato sentimiento me persigue: libertad,
Al fin seria libre de mi misma, libre de este mundo.
‘Eso es lizzi, solo
vete ya, tu no perteneces aquí’ Entonces vi a Alice, entonces fue cuando
entendí todo, ahora entiendo porque Alice me odia tanto, ahora entiendo porque
yo lo hago, lo entendí todo mientras la sangre brotaba de mí. Alice nunca existió,
solo fue una creación de mi mente, uno de los ‘beneficios’ de estar enferma, de
tener esquizofrenia. Veía como las gotas de sangre escapaban de mi cuerpo,
junto con mi sufrimiento. Una luna crecía y una bruja moría. una luna crecía y una pobre alma se liberaba. Una luna crecía y con ella, se iba mi desdicha.
Laura caballero, Gilbertl Fuentes